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Mostrando las entradas etiquetadas como Crítica literaria

La France critique Jane Austen

  El primer crítico francés que prestó cierta atención a las novelas de Jane Austen fue Philarète Chasles (Mainvilliers, 1798-Venecia, 1873). Cuando digo "cierta atención" no exagero porque se limitó a escribir dos frases sobre ellas, nunca agradables ni positivas, en un ensayo que publicó en 1842 sobre Walter Scott. Este ensayo no tiene demasiada importancia en el conjunto de su obra, que dedicó al estudio de las literaturas inglesas y alemanas. En ambos países, Inglaterra y Alemania, residió durante algún tiempo y esto le permitió ahondar en su idioma y en su literatura. No era nada proclive a admirar a la señorita Austen, de quien entonces se hablaba poco fuera de su país natal y de quien no había salido a la luz todavía la novedosa biografía de su sobrino, definiendo un retrato de su tía que encandiló en la época. Para Chasles Jane Austen era aburrida, insustancial y prácticamente una vulgar imitadora, aunque en este punto muestro mi perplejidad porque ¿a quién imitaba? ¿

Los Brontë por Spark

La verdad es que la vida de los Brontë (todos ellos, incluidos los padres y la tía Elizabeth) resulta más apasionante que los libros que han dejado escritos. Al menos, que las novelas más famosas, una de Charlotte ("Jane Eyre"), una de Emily ("Cumbres Borrascosas") y dos de Anne ("Agnes Grey" y "La inquilina de Wildfell Hall"), porque aunque estos son los títulos que asociamos siempre a su arte, escribieron tanto y tan intensamente que resulta imposible tener una idea general de esa obra, a veces dispersa, mezclada y confusa. Al público no ha llegado ningún libro de Branwell, el único hermano en un mar de chicas, al que todas mimaban y cuya educación fue la brújula primordial de la acción de su padre, el reverendo Patrick Brontë.  Poca gente conoce que ese apellido, tan universalmente conocido, ni siquiera existió como tal, sino que constituye una invención megalomanía del propio Patrick, irlandés pobre trasplantado a la universidad de C

Davies, el magnífico

Me enamoré de Robertson Davies tras leer "Levadura de malicia". Ni siquiera tuve que leer el libro entero, porque el enamoramiento lector es así: bastaron las primeras líneas. La mezcla de ironía, gracia, hechuras y sarcasmo inteligente. Puede parecer que todo es lo mismo, pero no. Davies me conducía a través de la trama con su mano firme. No como esos escritores que te dejan vagabundear por las páginas...hasta que te sales del libro. Una vez que conoces al escritor llegas al hombre. Me interesan mucho las personas que están detrás de las obras de arte. Pero no parece que este interés sea colectivo porque resulta complicado saber cosas de verdad. Cosas que pongan de revés al personaje y que no te lo muestren siempre atildado y con la máquina de escribir delante. Empeño inútil. Leemos libros escritos por fantasmas.  Hay otras circunstancias en su vida que me atraen, como el hecho de que se graduara en el Balliol College de Oxford, de donde fue decano el tío de la madre

Escribir libros, escribir de libros

(Silvia Plath en uno de sus retratos de juventud) (Primer plano de Virginia Woolf en su retrato clásico) (Una de las muchas fotografías que pueden encontrarse de Edna O`Brien) La vieja tensión entre los críticos  y los creadores. Entre los profesores y los creadores. Entre los críticos profesionales y los amateurs. Todos ellos, críticos, profesores y amateurs, intermediarios entre la obra y el lector. Entre el autor y el lector. Meros intermediarios. Intermediarios, nada más y nada menos.  ¿Es el crítico literario un escritor frustrado? Al fin y al cabo, incluso si la obra es deleznable, alguien ha logrado inventar una historia, crear unos personajes, completar una trama...La creación está en un escalón superior al que ocupa el reseñista. El escritor parte de la nada y pone sobre la mesa una cosa nueva, un producto (bueno o malo), que admite juicio, precisamente porque es original. Y también admite controversia.  Incluso las más altas cumbres admiten la