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Escribir libros, escribir de libros


(Silvia Plath en uno de sus retratos de juventud)


(Primer plano de Virginia Woolf en su retrato clásico)


(Una de las muchas fotografías que pueden encontrarse de Edna O`Brien)

La vieja tensión entre los críticos  y los creadores. Entre los profesores y los creadores. Entre los críticos profesionales y los amateurs. Todos ellos, críticos, profesores y amateurs, intermediarios entre la obra y el lector. Entre el autor y el lector. Meros intermediarios. Intermediarios, nada más y nada menos. 

¿Es el crítico literario un escritor frustrado? Al fin y al cabo, incluso si la obra es deleznable, alguien ha logrado inventar una historia, crear unos personajes, completar una trama...La creación está en un escalón superior al que ocupa el reseñista. El escritor parte de la nada y pone sobre la mesa una cosa nueva, un producto (bueno o malo), que admite juicio, precisamente porque es original. Y también admite controversia. 

Incluso las más altas cumbres admiten la crítica negativa, el último intento del crítico (me gusta, no me gusta) para influir en los lectores. Los intermediarios (los críticos) entre la obra y el lector, tienen que estar que trinan con la competencia desleal que, en estos últimos tiempos, les ha surgido al paso a cuenta de los blogs literarios, los reseñistas vocacionales que llenan internet de opiniones y recomendaciones de libros. Algunos de ellos, agradecidos a las editoriales que les suministran los libros sobre los que han de pronunciarse. Otros, verdaderos outsiders, voces independientes que claman en el desierto para defender aquello que aman. Libros y autores a veces desconocidos u olvidados. 


(George Steiner, la cumbre de la crítica literaria en el siglo XX)


(Harold Bloom, autor de "El canon occidental")


(Frank Kafka, escritor, cuyos "Diarios", son considerados modelo de crítica literaria)

En el blog Calle del Orco, se recoge una entrevista a Ricardo Piglia, hecha en 216, en la que se afirma que los mejores críticos literarios del siglo XX (lo que viene a decirnos, de prácticamente toda la historia de la crítica), son, a su vez, escritores. Esto lo refrenda, por ejemplo, un análisis en clave literaria de los "Diarios" de Kafka y también la evidencia de que las opiniones de los propios escritores acerca de sus colegas suelen tener un importante peso en las contraportadas de los libros. Sin embargo, sería ingenuo no tener en cuenta la naturaleza humana, el deseo imperioso de destacar y la consabida vanidad de los escritores, a la hora de calibrar la autenticidad de esas críticas o de esas opiniones vertidas de una u otra forma. Virginia Woolf consideró a Jane Austen un pilar de la nueva novela, una pionera de la manera en la que las mujeres se acercaban a la escritura profesional. Por su parte, las Brontë, mucho más cercanas a la autora de "Emma", la consideraban poco más que una señora aburrida que escribía de igual modo que se colocan en un sofá los pañitos de croché hechos a mano. Si entre críticos y autores hay resquemor ¿qué no diremos de la que existe entre autores y autores?

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