Ir al contenido principal

"El hombre de hojalata" de Sarah Winman

Esta es la tercera novela de Sarah Winman y la primera que sale en España traducida. Ha sido la editorial Dosbigotes la responsable de ello. Los traductores, Bruno Álvarez Herrero y José Monserrat Vicent. En su versión original apareció en 2017. 

Se cuenta aquí la historia de Ellis y Michael. Hay una frase de D. H. Lawrence que quizá convendría recordar, al hilo de esta lectura: "Los lazos del amor son difíciles de desatar". Es decir, por mucho tiempo que pase, por muchas cosas que sucedan, por mucha gente que esté en nuestra vida, los lazos del amor son indisolubles y nunca caducan. Incluso cuando uno no quiere reconocer que existen. Cuánto de amor, cuánto de amistad, cuánto de empatía, cuánto de complicidad. Eso es ya otra cuestión. 

Esta es, por tanto, una historia de amor y de algo más. Michael y Ellis lo comparten todo en la adolescencia. Sus preocupaciones, sus alegrías, los problemas con los padres, los lujos del descubrimiento. Pero la vida pasa y Ellis se casará con Annie formando una bonita pareja. Qué ha sido de Michael? Esta es una pregunta que sobreviene al hilo de la narración. Dónde está y por qué. 
La infancia, ese territorio en el que se marcan a fuego los afectos, parece perpetuar sus manos hacia el futuro y dejar claro que hay cuestiones que no han sido resueltas y que nunca se resolverán. La amistad y el amor, basculando un sentimiento sobre el otro y al revés, se mueven en la historia como ejes de una misma condición, del afecto humano que no puede dejar de conmovernos. Los lazos que se establecen en un momento dado pueden ser tan dañinos como excelentes y el camino a seguir está en cada uno de nosotros, nos dice la novela a su modo. Aprendizaje, iniciación, encuentro, reencuentro, búsqueda de la identidad, resolución de un conflicto pasado. Todo ello se encuentra por aquí y por eso mismo es tan reconfortante la lectura, porque pone un espejo delante de nosotros. 

El hombre de hojalata. Sarah Winman. Editorial Dosbigotes. Traducción de Bruno Álvarez Herrero y José Monserrat Vicent. Título original "Tin Man". Noviembre de 2019. 

Reseña de la autora (editorial Dosbigotes)
Sarah Winman nació en Essex, Inglaterra, el 24 de diciembre de 1964. Estudió interpretación en la Academia de Arte Dramático Webber Douglas en Londres y en 2011 publicó su primera novela, Cuando Dios era un conejo (Ediciones B), que se convirtió en un bestseller internacional y con la que ganó, entre otros, el galardón New Writer of the Year en los Galaxy National Book Awards. En 2014 publicó A Year of Marvellous Ways, novela con la que logró el Woman & Home Reader's Choice Award for Best Novels About Friendships. En 2017, Winman publicó El hombre de hojalata, finalista en los premios Costa Book y considerada por la crítica como uno de los mejores libros del año.

Reseña de la novela (editorial Dosbigotes)
Esta es casi una historia de amor. Ellis y Michael tienen doce años cuando se convierten en amigos inseparables, y durante mucho tiempo lo hacen todo juntos, como pasear en bici por las calles de Oxford, aprender a nadar, descubrir la poesía y hasta esquivar los puños de un padre autoritario. De repente, esta profunda amistad pasa a ser algo más. Una década más tarde, Ellis está casado con una mujer, Annie, y Michael ha desaparecido de sus vidas. ¿Qué ha ocurrido en todos esos años? Esta es casi una historia de amor. Pero las cosas no son así de simples.

«Winman ha logrado crear una pequeña maravilla. Las emociones van en aumento y acaban en una cascada de lágrimas silenciosas y merecidas que demuestran lo intensa que es esta reflexión sobre el amor, el arte, la pérdida y la redención» (The New York Times)

«Una novela dolorosamente hermosa sobre amor y amistad. Sin sentimentalismos ni melodrama, Winman consigue conmover al describir cómo las personas pueden intervenir en las vidas de los demás o permitir que cada uno siga su corazón» (Publishers Weekly)

«Winman evoca los diversos temas de la novela, como los vínculos que se crean en la infancia, los traumas y el amor entre dos hombres, con compasión y empatía» (The Times)

«Su estilo es a la vez convincente y sutil, tanto en sus reflexiones sobre las relaciones humanas como en sus descripciones de los paisajes. Con su talento para el lenguaje, Winman ha conseguido elaborar una novela exquisita» (The Observer)

Comentarios

Entradas populares de este blog

"Baumgartner" de Paul Auster

  Ha salido un nuevo libro de Paul Auster. Algunos lectores parece que han cerrado ya su relación con él y así lo comentaban. Han leído cuatro o cinco de sus libros y luego les ha parecido que todo era repetitivo y poco interesante. Muchos autores tienen ese mismo problema. O son demasiado prolíficos o las ideas se les quedan cortas. Es muy difícil mantener una larga trayectoria a base de obras maestras. En algunos casos se pierde la cabeza completamente a la hora de darse cuenta de que no todo vale.  Pero "Baumgartner" tiene un comienzo apasionante. Tan sencillo como lo es la vida cotidiana y tan potente como sucede cuando una persona es consciente de que las cosas que antes hacía ahora le cuestan un enorme trabajo y ha de empezar a depender de otros. La vejez es una mala opción pero no la peor, parece decirnos Auster. Si llegas a viejo, verás cómo las estrellas se oscurecen, pero si no llegas, entonces te perderás tantas cosas que desearás envejecer.  La verdadera pérdida d

“El dilema de Neo“ de David Cerdá

  Mi padre nos enseñó la importancia de cumplir los compromisos adquiridos y mi madre a echar siempre una mirada irónica, humorística, a las circunstancias de la vida. Eran muy distintos. Sin embargo, supieron crear intuitivamente un universo cohesionado a la hora de educar a sus muchísimos hijos. Si alguno de nosotros no maneja bien esas enseñanzas no es culpa de ellos sino de la imperfección natural de los seres humanos. En ese universo había palabras fetiche. Una era la libertad, otra la bondad, otra la responsabilidad, otra la compasión, otra el honor. Lo he recordado leyendo El dilema de Neo.  A mí me gusta el arranque de este libro. Digamos, su leit motiv. Su preocupación porque seamos personas libres con todo lo que esa libertad conlleva. Buen juicio, una dosis de esperanza nada desdeñable, capacidad para construir nuestras vidas y una sana comunicación con el prójimo. Creo que la palabra “prójimo“ está antigua, devaluada, no se lleva. Pero es lo exacto, me parece. Y es importan

Ripley

  La excepcional Patricia Highsmith firmó dos novelas míticas para la historia del cine, El talento de Mr. Ripley y El juego de Ripley. No podía imaginar, o sí porque era persona intuitiva, que darían tanto juego en la pantalla. Porque creó un personaje de diez y una trama que sustenta cualquier estructura. De modo que, prestos a ello, los directores de cine le han sacado provecho. Hasta cuatro versiones hay para el cine y una serie, que es de la que hablo aquí, para poner delante de nuestros ojos a un personaje poliédrico, ambiguo, extraño y, a la vez, extraordinariamente atractivo. Tom Ripley .  Andrew Scott es el último Ripley y no tiene nada que envidiarle a los anteriores, muy al contrario, está por encima de todos ellos. Ninguno  ha sabido darle ese tono entre desvalido y canalla que tiene aquí, en la serie de Netflix . Ya sé que decir serie de Netflix tiene anatema para muchos, pero hay que sacudirse los esquemas y dejarse de tonterías. Esta serie hay que verla porque, de lo c

Un aire del pasado

  (Foto: Manuel Amaya. San Fernando. Cádiz) Éramos un ejército sin pretensiones de batalla. Ese verano, el último de un tiempo que nos había hechizado, tuvimos que explorar todas las tempestades, cruzar todas las puertas, airear las ventanas. Mirábamos al futuro y cada uno guardaba dentro de sí el nombre de su esperanza. Teníamos la ambición de vivir, que no era poco. Y algunos, pensábamos cruzar la frontera del mar, dejar atrás los esteros y las noches en la Plaza del Rey, pasear por otros entornos y levantarnos sin dar explicaciones. Fuimos un grupo durante aquellos meses y convertimos en fotografía nuestros paisajes. Los vestidos, el pelo largo y liso, la blusa, con adornos amarillos, el azul, todo azul, de aquel nuestro horizonte. Teníamos la esperanza y no pensamos nunca que fuera a perderse en cualquier recodo de aquel porvenir. Esa es la sonrisa del adiós y la mirada de quien sabe que ya nunca nada se escribirá con las mismas palabras.  Aquel verano fue el último antes de separa

La paz es un cuadro de Sorolla

  (Foto: Museo Sorolla) La paz es un patio con macetas con una silla baja para poder leer. Y algunos rayos de sol que entren sin molestar y el susurro genuino del agua en una alberca o en un grifo. Y mucho verde y muchas flores rojas, rosas, blancas y lilas. Y tiestos de barro y tiestos de cerámica. Colores. Un cuadro de Sorolla. La paz es un cuadro de Sorolla.  Dos veces tuve un patio, dos veces lo perdí. Del primero apenas si me acuerdo, solo de aquellos arriates y ese sol que lo cruzaba inclemente y a veces el rugido del levante y una pared blanca donde se reflejaban las voces de los niños y una escalera que te llevaba al mejor escondite: la azotea, que refulgía y empujaba las nubes no se sabía adónde. Un rincón mágico era ese patio, cuya memoria olvidé, cuya fotografía no existe, cuya realidad es a veces dudosa.  Del segundo jardín guardo memoria gráfica y memoria escrita porque lo rememoro de vez en cuando, queriendo que vuelva a existir, queriendo que las plantas revivan y que la

Woody en París

  Los que formamos la enorme legión de militantes en la fe Allen esperamos siempre con entusiasmo y expectación su última película, no la que termine con su carrera sino la que continúe con la misma. A ver qué dice, a ver qué pasa, a ver qué cuenta. Esperamos su narrativa y sus imágenes, creemos en sus intenciones y admiramos que vuelva a trabajar con profesionales tan magníficos como este Vittorio Storaro, director de fotografía, que dejó en la retina sus dorados memorables en otras de sus películas y que ahora plasma un París de ensueño. ¿Quién no querría recorrer este París? En el imaginario Allen tiene un papel esencial la suerte, la casualidad, aquello que surge sin esperarlo y que te cambia la vida. Él cree firmemente en eso y nosotros también. Shakespeare lo llamaría "el destino" y Jane Austen trataría de que la razón humana compensara las novelerías de la naturaleza. Allen también cree en la fuerza de la atracción y en la imposible lucha del ser humano contra sí mismo

“Anna Karénina“ de Lev N. Tolstói

Leí esta novela hace muchos años y no he vuelto a releerla completa. Solo fragmentos de vez en cuando, pasajes que me despiertan interés. Sin embargo, no he olvidado sus personajes, su trama, sus momentos cumbre, su trasfondo, su contexto, su sentido. Su espíritu. Es una obra que deja poso. Es una novela que no pasa nunca desapercibida y tiene como protagonista a una mujer poderosa y, a la vez, tan débil y desgraciada que te despierta sentimientos encontrados. Como le sucede a las otras dos grandes novelas del novecientos, Ana Ozores de La Regenta y Emma Bovary de Madame Bovary, no se trata de personas a las que haya que imitar ni admirar, porque más que otra cosa tienen grandes defectos, porque sus conductas no son nada ejemplares y porque parecen haber sido trazadas por sus mejores enemigos. Eso puede llamarse realismo. Con cierta dosis de exageración a pesar de que no se incida en este punto cuando se habla de ellos. Los hombres que las escribieron, Tolstói, Clarín y Flaubert, no da