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"Churchill. La biografía" de Andrew Roberts


Una portada tan poco fotogénica como el personaje encierra un libro tan voluminoso que ha de leerse despacio, rodeada de notas y mapas, y, sobre todo, con el sosiego de las ideas no preconcebidas. Te reconcilia con la Historia, esa que estudiaste en la Facultad y que te convirtió en una adicta a las fuentes de la verdad. La que, por el contrario, te impide disfrutar con novelas supuestamente históricas que son cualquier cosa menos verdaderas. La Historia no necesita novelarse, piensas. En sí misma es, si se cuenta bien, una lectura espléndida. 

Hay personajes muy biografiados. Ejercen una atracción especial y guardan tantas aristas que los historiadores no pueden resistirse a investigar sobre ellos y a escribir. En el caso de Churchill su vida, o al menos alguna parte de ellas, ha sido también objeto de múltiples artículos de prensa, de referencias e, incluso, de películas, las últimas muy recientes. Colateralmente aparece en diferentes formatos a la hora de recordar los episodios históricos de los que fue protagonista de excepción. Por eso nos da la impresión de que lo conocemos mucho, de que es alguien casi cotidiano. Pero seguramente nos quedarán más interrogantes que certezas si reflexionamos sobre este gigante del siglo XX. 

El título original del libro, recién aparecido en español, con la traducción de Tomás Fernández Aúz y publicado por primera vez en 2018, es muy explicativo: "Churchill. Walking with Destiny". Parece ya indicar que el personaje del que se escribe tiene un aire épico que bien podría asemejarlo a una invención literaria, uno de esos héroes que tapizan las novelas y que parecen tan reales, si no fuera porque los defectos se ocultan o no existen. En el caso de Churchill el juicio de la historia se lleva produciendo desde hace algunos años. Para unos es un referente universal del hombre político de ideas claras y perfil noble y para otros es un ventajista inteligente que tiene mucho de lo que arrepentirse. La historia, cuando es tal, no designa buenos y malos per se, sino que muestra, explica, describe y ayuda a que el lector saque sus propias conclusiones, ninguna de las cuales tiene que ver con juzgar o santificar. 

El libro comienza con dos citas. Una es de Rudyard Kipling y la otra del propio Churchill. Una de ellas es escéptica y la otra podíamos asumirla en su totalidad: "La historia atesora todos los secretos de la gobernación del estado" Ese Estado con mayúsculas era el objetivo último en el que se pudieron experimentar todas las ideas y todo el aprendizaje que Churchill fue atesorando durante su vida. Su biografía es, por lo tanto, la biografía de Europa, al menos de una parte de ella. 

La espléndida edición, un esfuerzo editorial encomiable de la editorial Crítica, en su colección Serie Mayor, incluye hasta 78 ilustraciones procedentes, por cesión, del Centro de Archivos Winston Churchill. Fotos, cartas, boletines escolares, lugares, pinturas, notas manuscritas...todo ello contribuye a dibujar con más exactitud el paisaje vital y la trayectoria de un personaje tan complejo. Se añade también un árbol genealógico, completísimo y, a la vez, exhaustivo, que llega hasta la actualidad. Churchill no era solo un hombre, era también una familia y esto es un elemento que ha de tenerse en cuenta. Asimismo, una colección de mapas y planos, imprescindible para fijar las coordenadas de espacio de la historia que se cuenta. La selección bibliográfica que cierra el libro es inmensa, como no puede ser de otra manera, dada la extensión del trabajo y su profundidad. Y resulta muy interesante el índice analítico final, exigido como complementario en un estudio biográfico riguroso y detallista. 

Pero una biografía es, al fin, una obra literaria, y además de que se fundamente en datos exactos y en aportaciones variadas, tiene que estar bien escrita. En este caso, Andrew Roberts no es solo un extraordinario historiador, a la cabeza de los historiadores actuales, sino también un excelente escritor, condiciones ambas que no siempre van de la mano. Por eso la lectura es sencilla, aunque obligadamente lenta, porque no podría ser de otra forma. El capítulo 1 comienza donde comienza una vida, en el nacimiento, y eso nos muestra la intención de seguir una línea cronológica que ayude a la comprensión del personaje y de los hechos. Ese acercamiento al Churchill bebé o al Churchill niño, no deja de ser anecdótica y tierna, "una verdadera monada", de "ojos y cabellos oscuros, perfectamente sano". Aunque cuando uno se llama Winston Leonard Spencer-Churchill y es hijo de lord Randolph Churchill, benjamín del séptimo duque de Marlborough, no tiene fácil pasar desapercibido.

Entre las ilustraciones hay una obra pictórica muy notable que el propio Churchill consideraba que era el retrato que mostraba mayor parecido. Se trata de un cuadro de sir William Orpen, realizado en 1916, después de haber tenido que dejar su cargo en el gobierno a causa de la derrota de los Dardanelos. El cuadro es verdaderamente apabullante. No puede pasar desapercibido el porte de Churchill y sobre todo, su mirada, penetrante, profunda, pensativa y con cierto aire de dureza. Churchill debió ser mal enemigo. Hay que decir que una de las facetas de este hombre tan polifacético, de amplísima formación cultural y de inteligencia preclara, era la pintura, que cultivó con asiduidad. A lo largo de su vida le hicieron muchos retratos. Pero, aunque el paso de los años modifica su apostura inicial y lo va envejeciendo, la mirada sigue siendo la misma, con la misma fuerza y la misma determinación. Define al hombre. 

En algunas de las magníficas fotografías que acompañan el libro puede verse a su esposa, Clementine Ogilvy Hozier (1885-1977), de casada baronesa Spencer Churchill, una mujer algo excéntrica, de gran personalidad y empuje, que tuvo también una larga vida, como el propio Churchill. Con ella tuvo cinco hijos, Sarah, Randolph, Diana, Marigold y Mary. Su peripecia familiar forma parte del telón de fondo de su vida y, por tanto, de esta biografía. Una biografía que está llamada a ser el estudio por excelencia sobre Churchill, la biografía canónica, el no va más de los estudios churchillianos. Su lectura es un ejercicio de comprensión de nuestra propia historia, una forma de entender los fenómenos que han configurado el mundo actual y por eso mismo merece la pena adentrarse en ella. El hombre, el político, el intelectual, el marido, el padre de familia, el hijo, el aristócrata, el inglés, el europeo, el estratega, el militar, el escritor, el observador de la vida, el hombre depresivo, el enfermo, todo está aquí y todo está dispuesto para ser leído. 

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