Ir al contenido principal

"Una rosa en el corazón de Nueva York" de Edna O´Brien


Diciembre. Navidad. Una mujer está de parto. "Al casarse había escapado de una vida de sirvienta, quizá de acabar interna en una lúgubre institución, pero conforme pasaba el tiempo y el último cajón se vaciaba de regalos se dio cuenta de que tendría que servir de una manera completamente distinta"

La ilusión del matrimonio se cae por los suelos. Tu marido, que en apariencia es un hombre atento y cariñoso, se convierte en alguien desconocido, que bebe más de la cuenta, que grita, que no sabe siquiera comportarse mínimamente. La miseria económica convierte la vida en una perpetua angustia. La futura madre ha tenido ya otros partos anteriores, de los que le sobrevive una hija que, siendo mayor, se alejará de la familia y se irá a Australia. Es una huida más en un horizonte lleno de ellas. La hija pequeña, la que nace de ese parto que nos es dado contemplar en directo, tendrá una relación simbiótica con su madre. El padre va y viene en la historia, pero no tiene nada que decir, basta con que deje de beber a veces para estar un poco lúcido, aunque esto llega a importar muy poco.

No hay ninguna esperanza y las mujeres lo saben. Tienen, madre e hija, muchos puntos en común y repiten los mismos errores. Es una cadena imparable, una herencia continua. Es una especie de vida de mártires en la que no parecen formar parte de una familia, sino de una secta que debe callar los horrores. El problema no está sólo en ser mujeres, sino, sobre todo, en ser pobres. Ellos beben y beben para intentar olvidar la pobreza y su propia frustración de ser incapaces de llevar a su casa lo que es necesario para vivir decentemente. Es una pobreza extrema y una resignación que les impide cambiar o protestar. Es inútil.


Edna O´Brien (Tuamgraney, Condado de Clare, Irlanda, 1930) ha vivido todo lo que cuenta o lo ha visto muy de cerca. De un modo o de otro ella vuelve continuamente atrás a su tiempo de infancia, a su adolescencia marcada, porque es una especie de memoria perpetua de la que no puede escaparse. La vivencia es tan poderosa que, por muchos años que pasen, resulta imposible deshacerse de esos lazos, de ese peso, a veces terrible. Ella exorcisa sus monstruos escribiendo. La escritura, lo ha confesado, actúa aquí como elemento de salvación. La dureza de las descripciones es difícil de igualar. El momento del parto, la reacción del padre bebiendo y comiendo ganso con los amigos en el piso de abajo mientras en la alcoba la madre grita porque la niña no acaba de nacer....Un parto como un desgarro, un nacimiento como la muerte del amor.

Este es un cuento sobre su etapa irlandesa antes de llegar a trabajar a Dublín, antes, sobre todo, de iniciar su recorrido cosmopolita por el mundo. Incide en hablar de las mujeres y en su papel en la sociedad del momento, años cincuenta, Irlanda, un papel subordinado y lleno de carencias afectivas. Quién puede reparar en los sentimientos si no hay para comer...

Las mujeres de Edna O´Brien son, a la vez, frágiles y duras. Sentimentales y frías. Desengañadas y esperanzadas. Acaban sus vidas sin mirarse al espejo. Buscan y desertan al mismo tiempo. La mayoría termina tirando la toalla. No hay desenlaces felices en sus libros. Todas sus historias tienen finales de puertas cerradas.

Una rosa en el corazón de Nueva York es uno de los cuentos que forman parte del volumen "Objeto de amor", publicado por Lumen en 2018 y formado por 20 historias seleccionadas por Marta Orriols y con la traducción del inglés a cargo de Regina López Muñoz. El volumen está dedicado a Philip Roth, gran amigo de la escritora. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

“El dilema de Neo“ de David Cerdá

  Mi padre nos enseñó la importancia de cumplir los compromisos adquiridos y mi madre a echar siempre una mirada irónica, humorística, a las circunstancias de la vida. Eran muy distintos. Sin embargo, supieron crear intuitivamente un universo cohesionado a la hora de educar a sus muchísimos hijos. Si alguno de nosotros no maneja bien esas enseñanzas no es culpa de ellos sino de la imperfección natural de los seres humanos. En ese universo había palabras fetiche. Una era la libertad, otra la bondad, otra la responsabilidad, otra la compasión, otra el honor. Lo he recordado leyendo El dilema de Neo.  A mí me gusta el arranque de este libro. Digamos, su leit motiv. Su preocupación porque seamos personas libres con todo lo que esa libertad conlleva. Buen juicio, una dosis de esperanza nada desdeñable, capacidad para construir nuestras vidas y una sana comunicación con el prójimo. Creo que la palabra “prójimo“ está antigua, devaluada, no se lleva. Pero es lo exacto, me parece. Y es importan

Ripley

  La excepcional Patricia Highsmith firmó dos novelas míticas para la historia del cine, El talento de Mr. Ripley y El juego de Ripley. No podía imaginar, o sí porque era persona intuitiva, que darían tanto juego en la pantalla. Porque creó un personaje de diez y una trama que sustenta cualquier estructura. De modo que, prestos a ello, los directores de cine le han sacado provecho. Hasta cuatro versiones hay para el cine y una serie, que es de la que hablo aquí, para poner delante de nuestros ojos a un personaje poliédrico, ambiguo, extraño y, a la vez, extraordinariamente atractivo. Tom Ripley .  Andrew Scott es el último Ripley y no tiene nada que envidiarle a los anteriores, muy al contrario, está por encima de todos ellos. Ninguno  ha sabido darle ese tono entre desvalido y canalla que tiene aquí, en la serie de Netflix . Ya sé que decir serie de Netflix tiene anatema para muchos, pero hay que sacudirse los esquemas y dejarse de tonterías. Esta serie hay que verla porque, de lo c

Un aire del pasado

  (Foto: Manuel Amaya. San Fernando. Cádiz) Éramos un ejército sin pretensiones de batalla. Ese verano, el último de un tiempo que nos había hechizado, tuvimos que explorar todas las tempestades, cruzar todas las puertas, airear las ventanas. Mirábamos al futuro y cada uno guardaba dentro de sí el nombre de su esperanza. Teníamos la ambición de vivir, que no era poco. Y algunos, pensábamos cruzar la frontera del mar, dejar atrás los esteros y las noches en la Plaza del Rey, pasear por otros entornos y levantarnos sin dar explicaciones. Fuimos un grupo durante aquellos meses y convertimos en fotografía nuestros paisajes. Los vestidos, el pelo largo y liso, la blusa, con adornos amarillos, el azul, todo azul, de aquel nuestro horizonte. Teníamos la esperanza y no pensamos nunca que fuera a perderse en cualquier recodo de aquel porvenir. Esa es la sonrisa del adiós y la mirada de quien sabe que ya nunca nada se escribirá con las mismas palabras.  Aquel verano fue el último antes de separa

Rocío

  Tiene la belleza veneciana de las mujeres de Eugene de Blaas y el aire cosmopolita de una chica de barrio. Cuando recorríamos las aulas de la universidad había siempre una chispa a punto de saltar que nos obligaba a reír y, a veces, también a llorar. Penas y alegrías suelen darse la mano en la juventud y las dos conocíamos su eco, su sabor, su sonido. Visitábamos las galerías de arte cuando había inauguración y canapés y conocíamos a los pintores por su estilo, como expertas en libros del laboratorio y como visitantes asiduas de una Roma desconocida. En esos años, todos los días parecían primavera y ella jugaba con el viento como una odalisca, como si no hubiera nada más que los juegos del amor que a las dos nos estaban cercando. La historia tenía significados que nadie más que nosotras conocía y también la poesía y la música. El flamenco era su santo y seña y fue el punto culminante de nuestro encuentro. Ella lo traía de familia y yo de vocación. Y ese aire no nos abandona desde ent

“Anna Karénina“ de Lev N. Tolstói

Leí esta novela hace muchos años y no he vuelto a releerla completa. Solo fragmentos de vez en cuando, pasajes que me despiertan interés. Sin embargo, no he olvidado sus personajes, su trama, sus momentos cumbre, su trasfondo, su contexto, su sentido. Su espíritu. Es una obra que deja poso. Es una novela que no pasa nunca desapercibida y tiene como protagonista a una mujer poderosa y, a la vez, tan débil y desgraciada que te despierta sentimientos encontrados. Como le sucede a las otras dos grandes novelas del novecientos, Ana Ozores de La Regenta y Emma Bovary de Madame Bovary, no se trata de personas a las que haya que imitar ni admirar, porque más que otra cosa tienen grandes defectos, porque sus conductas no son nada ejemplares y porque parecen haber sido trazadas por sus mejores enemigos. Eso puede llamarse realismo. Con cierta dosis de exageración a pesar de que no se incida en este punto cuando se habla de ellos. Los hombres que las escribieron, Tolstói, Clarín y Flaubert, no da

La construcción del relato en la ruptura amorosa

Aunque  pasar por un proceso de ruptura amorosa es algo que ocurre a la inmensa mayoría de las personas a lo largo de su vida no hay un manual de actuación y lo que suele hacerse es más por intuición, por necesidad o por simple desesperación. De la forma en que se encare una ruptura dependerá en gran medida la manera en que la persona afectada continúe afrontando el reto de la existencia. Y en muchas ocasiones un mal afrontamiento determinará secuelas que pueden perdurar más allá de lo necesario y de lo deseable.  Esto es particularmente cierto en el caso de los jóvenes pero no son ellos los únicos que ante una situación parecida se encuentran perdidos, con ese aire de expectación desconcentrada, como si en un combate de boxeo a uno de los púgiles le hubieran dado un golpe certero que a punto ha estado de mandarlo al K.O. Incluso cuando las relaciones vienen presididas por la confrontación, cuando se adivina desde tiempo atrás que algo no encaja, la sorpresa del que se ve aban

Novedades para un abril de libros