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"El arrecife" de Edith Wharton


Los libros de Edith Wharton (Nueva York, 1862- Pavillon Colombe, 1937) dan la impresión de haberse escrito después de observar, desde una atalaya privilegiada, la historia, los actos, los pensamientos y emociones de unos personajes que, lejos de ser de cartón piedra, tienen los defectos y las virtudes que asociamos a la gente normal. Los lectores sentimos que podemos asomarnos a una intimidad que, de otro modo, nos estaría vedada. Las historias transcurren como un río, con sus altibajos, sus meandros, su nacimiento tumultuoso, su desembocadura. Estas son virtudes que hacen de ella una escritora singular, a la vez llena de un estilo culto y depurado, a la vez convertida en una amable contadora de sucesos. Una dualidad que en este libro tiene su expresión máxima porque sus personajes, sobre todo los cuatro principales, obedecen a ambientes y motivaciones distintas y, sobre todo, ocultan algo. Ese juego de ocultaciones, de medias verdades, de mentiras que no deben sobrepasar el espacio físico de las casas, es otra de sus maneras de acercarse a la vida, que es, ante todo, el paraíso de sus narraciones.

Se trata de una escritora inteligente en el más amplio sentido que la palabra tiene. Disecciona, describe, explica, comenta, atribuye, lanza, apostilla, y hasta opina, dentro de un juego de palabras que tiene en la conversación uno de sus elementos básicos, porque en ella los hombres y las mujeres que están en sus libros se dejan llevar por la inocencia de los comentarios y son capaces de convertirse en meras transparencias, en espejos que devuelven imágenes no siempre agradables, pero sí fiables y certeras. Es, por tanto, un realismo comedido, una sentimentalidad envuelta en razones, un sentido común alterado por la percepción individualista de quienes deciden tomar un camino u otro en un momento dado de sus vidas. Son retratos parciales de la existencia que, juntos, componen un todo. Una visión completa de una sociedad que ella conoció bien y de unos ambientes que vivió a fondo y cuyo pálpito entendió al extremo. Wharton fue una privilegiada porque pudo acceder a lugares diversos y estar en situaciones diferentes. Pero su talento literario fue el principal beneficiario de esta observación in situ y, por tanto, somos sus lectores los que, al fin y al cabo, hemos recibido la principal aportación.

La postura de Wharton siempre es crítica con respecto a las convenciones sociales y también a los corsés que priman lo que debe ser en contraposición con los deseos y ambiciones personales. Los personajes de sus libros siempre tienen que librar una batalla para que no se oculte lo que son en el conjunto de las normas o costumbres imperantes. Por eso tienen algo de rebeldes y algo de subversivos. No todos, desde luego, pero sí aquellos que más simpatía nos inspiran cuando leemos sus libros. Y no todo es tan diáfano y claro sino que hay que escarbar un poco para poder llegar al fondo de lo que quiere decir, como si sus códigos tuvieran que entenderse a la luz de elementos particulares.

¿De dónde surge su inspiración, su inclinación literaria? ¿Cómo había comenzado y cómo se desarrolló dada su posición social y el papel que tenía destinado en la sociedad? Todo eso es el elemento central de su literatura. Escribir fue para ella la mayor de la rebeldías. Escribir no era lo que se esperaba de una dama de su alcurnia y, sobre todo, escribir novelas, ese género tan denostado y que iba dirigido no a las clases altas sino a la burguesía, a los sencillos lectores que querían conocer qué ocurría en otras vidas y con otras personas. Edith Wharton publicó su primera novela con más de cuarenta años y fue entrar en la vida de la escritora lo que la ayudó a divorciarse de su marido, a establecerse sola en París y a vivir según sus propias convicciones. Todo esto se refleja en sus libros.

La historia que cuenta en "El arrecife" bascula en torno a cuatro personajes. Anna Leath, una rica viuda que vivió antaño un romance con el diplomático George Darrow. La joven pobre, Sophy Viner, que tiene un affaire con Darrow y Owen, el hijastro de Anna. Una frase resume la filosofía de la protagonista, de Anna Leath, un pensamiento referido a Sophy: "Siempre había profesado una admiración romántica y casi humilde por toda mujer que, por su propia voluntad o por una combinación de circunstancias, hubiera tenido que enfrentarse a los conflictos de los que el destino la había excluido a ella una y otra vez"

Y la declaración de amor de Sophy, a pesar de que este es imposible: "Intenté olvidar tu rostro y, ahora, quiero recordarlo siempre. Intenté no oír tu voz y, ahora, no quiero oír ninguna otra. Yo ya he elegido, eso es todo: una vez te tuve y ahora quiero conservarte" Y las dudas de Anna y el miedo de Darrow y la desesperación enamorada de Owen. Y la traición, el engaño, la superchería, el abandono.

Y el sufrimiento de la mentira descubierta: "Había sufrido antes, de modo lúcido, reflexivo, elegíaco; ahora sufría como debe de sufrir un animal herido, ciego y furioso, y deseaba, también como un animal, que aquel terrible dolor cesara"

"El arrecife" y esto es spoiler, tiene un final amargo porque ninguno de sus personajes se hace ilusiones acerca de sí mismo y, al fin, consideran que las culpas han de expiarse y los destrozos sentimentales ya no tienen vuelta atrás. Las últimas páginas se escriben con alborotada intensidad, plagadas de encuentros en los que las emociones se llevan al extremo y las conversaciones apenas pueden tranquilizar los corazones después de arduas luchas por recobrar el sentido de la realidad y, sobre todo, la paz del espíritu. Aparecen renuncias que de nada sirven y que a nada conducen. Y aparece, sobre todo, la contradicción de los seres humanos, esa forma de proceder que mezcla orgullo con deseo y esperanza con desesperación. Por eso es una obra profundamente cercana, por eso los personajes nos resultan tan comprensibles y tan llenos de matices que podemos reconocer en nosotros mismos. Esta es la gran virtud de Edith Wharton, ser capaz de captar y de expresar emociones, pensamientos e ideas de forma que el paso del tiempo no los oscurezca, sino que sigan existiendo en toda su pulcritud y con todas sus estremecedoras decisiones erróneas.

El arrecife. Edith Wharton. Alba minus. Traducción de Juan Jesús Zaro. Título original: The Reef. 
Publicado el original en 1912. Publicado por primera vez en la editorial Alba Clásica en noviembre de 2002. Publicado en Alba minus en enero de 2018. 
La traducción, como se recoge en la nota preliminar al texto, se ha seguido la edición de Stephen Orgel, que se basa a su vez en la primera edición de la novela publicada en Nueva York por D. Appleton and Company. 

Sobre la autora: Edith Wharton, Newbold Jones de soltera, había nacido en Nueva York en 1962. Su familia pertenecía al grupo de la élite financiera de la ciudad y eso les dio la oportunidad de viajar por Europa. Su matrimonio con Edward Robbins Wharton de quien tomó su apellido, terminó en 1913, aunque antes ya se había manifestado el fracaso de la unión. Comenzó a publicar novelas en 1905. Se fue a vivir a París en 1910 y tuvo una destacada contribución a la lucha aliada durante la Primera Guerra Mundial. "La edad de la inocencia" publicada en 1920, recibió el Premio Pulitzer y ha sido llevada al cine.

En este blog se encuentran varias entradas dedicadas a esta autora:

Las hermanas Bunner
Estío
Un paseo con Edith Wharton
Edith Wharton y El Marne
La solterona
La renuncia

Así como alusiones en otras que tratan de Henry James, de quien se consideró siempre una discípula.

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