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"Los Watson" de Jane Austen


Las novelas inacabadas producen una extraña sensación de desencanto. En esta, la última página cuenta, en un pasaje que añadió James Edward Austen-Leigh, sobrino de la escritora, lo que supuestamente le contó su tía Cassandra que ocurriría. Pero nada de eso es lo mismo. Y este James Edward es relativamente de fiar, porque en lo que ha escrito de su tía ha ocultado mucho, demasiado. Sobre todo, no es lo mismo relatar el argumento en tres renglones que gozar de la maravillosa prosa de Austen. Pero es lo que hay. Y es un bonito intento en el de la editorial presentar la obra, sobre todo acompañada con ilustraciones tan bellas que le da un aire de cuento de hadas al libro. 


La historia, de apenas cien páginas incluidas las ilustraciones (no sabemos cómo hubiera quedado si Jane Austen pudiera haberla escrito entera) nos presenta a una serie de familias (suficiente para que un relato tuviera consistencia), que habitan en Surrey y que van a acudir a un baile, nada menos que al primer baile de invierno. Los Osborne, los Edwards, los Watson. Ese baile es muy importante, por ser su presentación, para la señorita Emma Watson, que, al estilo propio de la época, se había criado con una tía y vuelve a su casa. Como sucede con otras novelas de la escritora, las dificultades económicas femeninas las pone en la tesitura de tener que alternar como una obligación y de intentar hacer una buena boda. Esto era, sobre todo, responsabilidad de la mayor de todas, pero concernía al resto de las hijas, porque, sin esa boda que asegure el sustento, están abocadas a vivir de la caridad de sus parientes masculinos. 

"...ya sabes que no tenemos más remedio que casarnos. Yo me arreglaría muy bien sola; con unos pocos amigos y un agradable baile de vez en cuando me contentaría, si una fuera a ser siempre joven. Pero nuestro padre no puede asegurarnos el porvenir, y es muy triste envejecer, ser pobre y que se rían de ti. He perdido a Purvis, es cierto, pero muy poco gente se casa con su primer amor"


He aquí cómo las desilusiones amorosas, el engaño de las amigas que se quitan los pretendientes unas a otras, no tiene solo consecuencias emocionales, sino de carácter práctico. A la tristeza de la pérdida se une la evidencia de que las oportunidades pasan y la juventud es lo que pasa más rápido. Las chicas confesaban abiertamente intentar "pescar" a tal o cual caballero. Y muchas veces se casaban con gente poco agradable, que no les gustaba ni pizca. En eso Jane Austen es una revolucionaria. Sus heroínas se casan por amor. A nosotras puede parecernos lógico pero en aquel tiempo era una auténtica pionera. Y, además, una isla, porque luego llegaron los victorianos y su sentido del deber y se volvió a chafar todo. Porque ¿qué alternativas quedaban al matrimonio?

"Pues yo preferiría cualquier cosa antes que ser maestra de escuela...He trabajado en una y sé la vida que te espera en ellas. Tú no. Casarme con un hombre desagradable me gustaría tan poco como a ti, pero no creo que haya tantos. Creo que podría gustarme cualquiera que tuviera buen carácter y una buena renta" 

El librito es delicioso. La edición de Nórdica, genial. Los dibujos de Sara Morante, sensibles y bellos. Una traducción muy ajustada la de Íñigo Jáuregui. Y resulta estremecedor ver cómo Jane Austen, a una edad tan temprana, tenía ya unas ideas tan formadas acerca de la vida y de la gente. Su penetración psicológica es formidable y mucho más que sea capaz de expresarlo con tanta naturalidad y sencillez. Los diálogos tienen una fuerza inusitada. Y las descripciones, sencillas e íntimas, todavía adornan más el conjunto. La gran dificultad es no saber en qué acabaría todo eso.


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