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"La bailarina" de Ogai Mori


Pocos libros tan deliciosos como este. Tan pequeños y a la vez tan delicados. Tan sencillos y tan profundos. Y la edición de la editorial Impedimenta está a tono con el carácter íntimo y sensual del contenido. Ogai Mori (1862-1922), como muchos de los escritores orientales, es un desconocido para nosotros y resulta una pena. Porque la literatura japonesa es de una belleza deslumbrante y porque es difícil encontrar textos con una apacible sucesión de hechos que te conducen tan suavemente al placer y al dolor. Esa dualidad, siempre presente en el Oriente, es aquí tangible y puede apreciarse en cada línea. 

Es casi una alegoría, un sueño no cumplido. El encuentro entre un joven estudiante japonés con una bailarina alemana, sin recursos económicos pero con una inusual belleza. El arte de la seducción en estado puro. Ogai Mori, cuya vida está llena de hechos poco comunes, terminó Medicina con solo diecinueve años y vivió en Europa, concretamente en Alemania, entre los años 1884 a 1888. Esa estancia hizo que conociera con detalle la literatura occidental y lo convirtiera en un traductor de gran solvencia. 

El protagonista cuenta su historia en primera persona. Y narra el cambio que se produce en su vida durante el tiempo que vive en Europa. “No solo vuelvo insatisfecho del resultado de mis estudios, sino que también he aprendido lo triste y amarga que puede resultar la vida” Ese amargo sabor de boca tiene que ver con el amor, o, mejor aún, con la fascinación. Porque hay atracciones y entregas que solo pueden acabar mal. 

Todo el libro tiene un extraño aire de premonición, como si nos estuviera anunciando algo que ocurrirá sin remedio, una fuerza del destino que nos dejará atónitos. No hay forma posible de desandar lo andado y el joven tendrá que lidiar con las asperezas de la vida, con los descubrimientos forzados y con el ansia de supervivencia, que es, al final, lo que puede ayudar a salvarlo. La narración describe giros no esperados, escenas que van completando una visión angustiosa donde antes parecía haber claridad. Es una pequeña historia de misterio sin crímenes ni asesinos pero con la incertidumbre de lo que ocurrirá, sin duda, sin que nadie pueda evitarlo. 

La bailarina. Ogai Mori. Editorial Impedimenta. Traducción de Yoko Ogihara y Fernando Cordobés

Extracto de la biografía de Ogai Mori (editorial Impedimenta) 

Ōgai Mori, seudónimo de Rintaro Mori, nació en la ciudad japonesa de Tsuwano, en la antigua prefectura de Iwami, en 1862.

Su padre ostentaba el cargo hereditario de médico del señor feudal de su pueblo, y, al ser Ogai el primogénito, se dio por hecho que seguiría la tradición familiar. En 1872, con la llegada de la Restauración Meiji, los Mori se mudaron a Tokio. Tras licenciarse en Medicina con diecinueve años, convirtiéndose así en la persona más joven en graduarse en esta especialidad en Japón, eligió la carrera de oficial médico del ejército. Pronto fue enviado a Europa, y residió en Alemania desde 1884 a 1888, experiencia que le inspiraría uno de sus relatos más conocidos, La bailarina (1890). Fue allí también donde se familiarizó con la literatura occidental. De hecho, Ōgai Mori fue el primer japonés en viajar en el Orient Express. A su regreso a Japón se entregó a una intensa actividad como traductor de obras literarias occidentales, con tan buen oficio que algunas de sus traducciones (como las de Goethe, Schiller, Ibsen, Andersen o Hauptmann) están consideradas auténticos clásicos de la literatura japonesa. Además de La bailarina, Mori escribió algunos de los cuentos más brillantes de la moderna literatura nipona, como El ganso silvestre (1913), Sansho el camarero (1915) y La barca en el Takase (1916). Asimismo, escribió apreciables novelas, como Vita Sexualis (1909). Murió en Tokio en 1922.

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