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Mostrando entradas de noviembre, 2014

Miénteme...

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Miras hacia arriba y las luces te deslumbran. Miles de bombillas formando dibujos, cruzándose, como si fueran mosaicos romanos, lacerías árabes, como si fueran un bordado en seda, tejido con manos cuidadosas. Resplandecen los árboles de la inmensa avenida, cuajados de pequeñas estrellas, como si hubieran nacido flores luminosas, una floración extraña en el invierno.  Te esperaba al pie de la estación. A lo lejos distingues su figura. Su aspecto, tan conocido, tan amado. Su sonrisa, anunciándose anticipadamente, una sonrisa abierta hacia la espera. Distingues sin oírla su voz. Esa voz que no parece cambiar a pesar de que el tiempo pasa. Una voz que dice cosas que te estremecen. Que nunca te hiere. Que siempre te consuela. Ves el movimiento de sus manos, ese gesto especial de descansar en ellas la barbilla, esa forma de tomarte de la cintura, de sujetarte la cara mientras te besa...Esas manos... La risa os ha mezclado en un suave vaivén y las palabras se amontonan...hay tanto qu

Soledades

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A veces lees un poema y entiendes el significado exacto de las palabras. El poeta las escribió y tú las recibes como si hubieran sido escritas para ti, incluso como si tú las hubieras escrito. En ocasiones paseas por una ciudad y sus calles, sus edificios, están llenos de una pátina especial que te llama a entenderlos, como si tu itinerario sentimental se escribiera de la misma forma que se trazaron en su día las líneas, los recovecos, las cuestas, de su topografía. También puede ocurrirte con una película. Las imágenes se enlazan entre ellas y se introducen dentro de ti, en tu cabeza, en tu corazón, creando una simbiosis perfecta, con un lenguaje propio que tú conoces y que tiene las claves de tantas sensaciones que te resultan imposibles de explicar...Nadie, salvo tú misma, entiendes el motivo de esa identificación que se abre paso a veces... Confieso que me gusta Hopper y que su pintura me lanza una llamada, un hilo de mensajes, como si fuera una red social que te pregunta, que

Cuentos para mi niño: El mago despistado

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Dedicatoria: A Antoñito, el chiquilín El mago Oz vive en el pueblo de Lión. Su casa es verde, su nariz es verde y su risa es verde. Oz hace magia pero siempre se equivoca. Hace trucos muy raros. Se confunde con la varita mágica.  Un día se topó con un grillo. El grillo le pidió un favor. Quería ir a la Luna. Pero no sabía nada de cohetes. Oz le dijo: No te preocupes. Te daré un golpe de varita. Pero la varita se equivocó y mandó al grillo a un árbol del parque.  Oz decidió construir un cohete. Cogió una lata, un palo y dos cajas viejas. Lo tocó todo con la varita ! y apareció un despertador !. Dio otro golpe y salió !un pato amarillo! Luego otro y apareció !un bebé de gorila! Oz se echó a llorar.  Fue a visitar al viejo dinosaurio del valle. Se llamaba Arisauro. Este le animó. Arisauro era viejo y listo. Se puso a dar clases de magia a Oz. Le enseñó a mover la varita: !Arriba! !Abajo!  !Rápido! !Despacio! También le enseñó a hacer pócimas: la póc

Cuentos para mi niño: El ratón Fiti

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Cuando mi hijo era chiquito yo le escribía cuentos. En unos cuadernillos de cuadros que confeccionaba y cosía le contaba historias simpáticas de animales y personajes curiosos. Las cosas que a los niños les gustan. A mi hijo le gustaban y le gustan todavía los tebeos de Mortadelo, las historias de Tintín, los Astérix y otros cómics. Seguramente todo empezó con esos cuentos escritos a mano por mí y que ahora transcribo: El ratón Fiti Dedicatoria: A Antoñito, pitufito " H abía una vez un ratón. Se llamaba Fitipaldi. Era un ratón muy veloz. Sus amigos lo llamaban Fiti.  El ratón Fiti vivía en un pequeño pueblo. Allí las casas eran muy chicas. Pero Fiti vivía en un caserón.  ¿Sabes qué es un caserón? Pues sí, eso, una casa muy grande. Allí Fiti no vivía solo.  En el caserón vivían también dos hombres. Uno de ellos era bajito y con bigotes. El otro era alto y flaco.  Un día hubo un lío gordo. El ratón se comió el queso de Gus, el bajito, y se bebió el zumo de Abo,

Noviembre

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La ciudad no sabe lo que quiere. Los vientos, la lluvia, las tormentas, el sol, la tienen desorientada. Se ve a sí misma como una enorme masa de desconcierto. Está esperando que ese vaivén se convierta en remanso, en un río que transcurra seguro y cierto, en una atmósfera única, que la envuelva sin cubrirla de la neblina molesta de los días grises del otoño. A veces, se abre como una flor, como un corazón que esperara la llegada de un amor tardío. En otras ocasiones, se muestra huidiza, esquiva, oculta de sí misma, oculta de todos. Son esas tardes en las que cae la noche de repente, sobre los puentes quizá, o en las calles del centro, oscuras, quietas, imperceptiblemente solas. También tiene mañanas esplendorosas, amaneceres llenos de una belleza fría, inigualable, abrupta. Una belleza que no plasma siquiera la verdad porque es imposible captarla. Los edificios se levantan y desperezan, bajo un sol duro de otoño del sur y luego la gente ocupa las calles, recorre sin cansancio los días

Rosas y un piano

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Escuchas la música y hallas algo diferente, o quizá no, quizá es algo presentido, algo que estaba dentro de ti y no lo sabías. La música es el último escalón que puedes ascender si tu corazón se ha detenido en un momento exacto de la vida, cuando parece que todo te ha dado la espalda. La música te invade, te recuerda, te ancla en un pasado que no puedes recordar, no, ahora no, ahora es imposible. Todas las músicas que te ocupaban se han marchado. Las que oíste en cada uno de esos momentos que no puedes rememorar todavía, que esperan silenciosos a que sea el momento del recuerdo sereno, el tiempo en que las esperanzas puedan desplegarse, el segundo exacto en el que revivirás a una primavera que se escribirá de otra forma distinta.  Pero otras músicas, otros silencios, otros sonidos, van a llegarte de mil maneras. Alguien te dirá un día, ni siquiera sé cuándo ni por qué medio, que hay una canción que atraviesa su alma y la lleva a un lugar especial, en el que todas las cosas son pos

Ese cielo tan gris y esas palabras...

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Ha ocurrido de pronto. Como si alguien hubiera decidido cambiar el decorado en una obra de teatro de esas que tienen pesados cortinajes y fondos de paisaje. El cielo azul y el sol han abandonado la tarde y, en su lugar, una suave neblina gris y rosada ha ocupado su sitio. Como en una obra de teatro, el aire se ha tornado del Sur, ha barrido con su fuerza las hojas caídas de los árboles de la plaza y todo se ha cubierto de sigilosa espera. Está a punto de llover. Alguien dice, al fin ha llegado el frío, ya estábamos cansados de tanto calor. También el buen tiempo cansa. Pero los niños se han quedado tristes en las casas, esta tarde no han salido a jugar. Aquellos niños...recuerdo la casa llena de niños y de juegos. Jugar a hacer teatro era bonito. Tendíamos una tela llena de rosas y era el fondo. Salíamos de una y otra habitación, recitábamos poemas, decíamos versos, contábamos historias, inventábamos personajes, aprendíamos enteros los pasajes de las obras de teatro que nos gusta

Ángel Vela vuelve a Triana

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En realidad, no se ha ido nunca. Pero la recrea como si la encontrara por primera vez, como si se asombrara, como si fuera un descubrimiento. Ese asombro nos llega a los lectores y así recorremos las páginas de sus libros como si fuéramos de Wisconsin y acabáramos de aterrizar en la calle San Jacinto. Pura revelación.  Lleva ya tiempo, mucho tiempo, indagando en el ser de Triana. Se ha convertido en uno de sus fieles paladines, en un caballero que la recorre atónito y que plasma en el papel esa experiencia. Todos y cada uno de los aspectos que en Triana pueden considerarse literarios o plásticos han ido pasando por el filtro de su escritura. La hazaña flamenca ha ido a la par. En un momento dado, Ángel Vela decidió aportar su esfuerzo al conocimiento cabal de la Triana más flamenca, la de los flamencos de Triana y en Triana. De esa forma, cuando pasen los años y los lustros, cuando el tiempo nos cubra, habrá una forma esencial de conocer este pasado y esta realidad de ahora,