Ir al contenido principal

! Que venga Laura Gallego ¡






Una de nuestras alumnas de 1º de ESO, que se llama Blanca, decía el otro día la frase que encabeza esta entrada del blog. ! Que venga Laura Gallego¡

Probablemente sea Laura Gallego la escritora más leída por los niños y, sobre todo, jóvenes, al menos en España. Sus libros conectan con la juventud y están muy bien escritos. Esto último es algo en lo que hay que reparar porque, a veces, los libros que se dedican a los más pequeños y a los adolescentes, tienen una literatura bastante marrullera. Y no es eso, no es eso... Para que esos libros tengan un sentido educativo, además del lúdico, que ya es bastante, es imprescindible que estén bien escritos. Aunque, lo cierto es que los niños y jóvenes son un público exigente que no se conforma con cualquier cosa.

Laura Gallego (Quart de Poblet, Valencia, 1977) tiene una página web que pueda dar muchísima información a todos aquellos alumnos que son seguidores de sus libros. Ella nos cuenta que empezó a escribir a los 11 años y a publicar a los 21. No creáis que es demasiado infrecuente el caso de niños que escriben muy bien desde edad temprana. Son escritores precoces, lo mismo que hay precocidad en otros campos del arte. Un ejemplo muy claro, quizá, es el de la música, y ahí está el genio de Mozart, que desde chiquitito, un párvulo todavía, ya demostraba su ingenio y su talento musical.

En ocasiones, estos jóvenes y niños con talento literario no se atreven a sacar a la luz las cosas que escriben, incluso puede que no le den importancia. Pero así se pierden escritores y deberíamos ser conscientes de que ese es un lujo que no nos podemos permitir. Por eso me parecen tan importantes e interesantes los concursos literarios que convocamos en nuestro Instituto. Así podemos animar a la escritura a estos alumnos con vocación literaria y dar a conocer sus obras.

Laura Gallego cuenta que se presentó a muchos concursos, hasta que consiguió ganar uno de ellos y bien importante, el Concurso Barco de Vapor, de la Editorial SM. El libro que presentó al Concurso y que consiguió el premio fue "Finis Mundi". Otra enseñanza que podemos extraer del conocimiento cercano de esta escritora es su perseverancia: se presentó a varios concursos, a algunos unas cuántas veces, y, aunque no ganaba, ni conseguía premios, siguió intentándolo. Este ejemplo de confianza en sí misma, de absoluta certeza en que ése era su camino, es muy educativo para nuestros alumnos, que suelen desanimarse con demasiada facilidad, acostumbrados como están, la mayoría de ellos, a que las cosas sean más sencillas y asequibles. A pesar de que tendrán que aprender, cuanto antes mejor, que la vida no es sencilla, ni asequible, ni fácil...

Siguiendo con Laura Gallego, la escritora estudió la carrera de Filología Hispánica y está haciendo ahora su tesis doctoral. Hasta este momento ha publicado dieciséis novelas y cinco cuentos, aunque ha escrito muchas más cosas. Ella dice que su libro favorito es "La Historia Interminable" de Michael Ende (se me acaba de ocurrir una bonita entrada de este blog dedicada al libro, que haré próximamente).

En las imágenes que ilustran esta página, podéis ver algunos de sus libros más interesantes, que, por supuesto, os recomendamos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

"Baumgartner" de Paul Auster

  Ha salido un nuevo libro de Paul Auster. Algunos lectores parece que han cerrado ya su relación con él y así lo comentaban. Han leído cuatro o cinco de sus libros y luego les ha parecido que todo era repetitivo y poco interesante. Muchos autores tienen ese mismo problema. O son demasiado prolíficos o las ideas se les quedan cortas. Es muy difícil mantener una larga trayectoria a base de obras maestras. En algunos casos se pierde la cabeza completamente a la hora de darse cuenta de que no todo vale.  Pero "Baumgartner" tiene un comienzo apasionante. Tan sencillo como lo es la vida cotidiana y tan potente como sucede cuando una persona es consciente de que las cosas que antes hacía ahora le cuestan un enorme trabajo y ha de empezar a depender de otros. La vejez es una mala opción pero no la peor, parece decirnos Auster. Si llegas a viejo, verás cómo las estrellas se oscurecen, pero si no llegas, entonces te perderás tantas cosas que desearás envejecer.  La verdadera pérdida d

“El dilema de Neo“ de David Cerdá

  Mi padre nos enseñó la importancia de cumplir los compromisos adquiridos y mi madre a echar siempre una mirada irónica, humorística, a las circunstancias de la vida. Eran muy distintos. Sin embargo, supieron crear intuitivamente un universo cohesionado a la hora de educar a sus muchísimos hijos. Si alguno de nosotros no maneja bien esas enseñanzas no es culpa de ellos sino de la imperfección natural de los seres humanos. En ese universo había palabras fetiche. Una era la libertad, otra la bondad, otra la responsabilidad, otra la compasión, otra el honor. Lo he recordado leyendo El dilema de Neo.  A mí me gusta el arranque de este libro. Digamos, su leit motiv. Su preocupación porque seamos personas libres con todo lo que esa libertad conlleva. Buen juicio, una dosis de esperanza nada desdeñable, capacidad para construir nuestras vidas y una sana comunicación con el prójimo. Creo que la palabra “prójimo“ está antigua, devaluada, no se lleva. Pero es lo exacto, me parece. Y es importan

Ripley

  La excepcional Patricia Highsmith firmó dos novelas míticas para la historia del cine, El talento de Mr. Ripley y El juego de Ripley. No podía imaginar, o sí porque era persona intuitiva, que darían tanto juego en la pantalla. Porque creó un personaje de diez y una trama que sustenta cualquier estructura. De modo que, prestos a ello, los directores de cine le han sacado provecho. Hasta cuatro versiones hay para el cine y una serie, que es de la que hablo aquí, para poner delante de nuestros ojos a un personaje poliédrico, ambiguo, extraño y, a la vez, extraordinariamente atractivo. Tom Ripley .  Andrew Scott es el último Ripley y no tiene nada que envidiarle a los anteriores, muy al contrario, está por encima de todos ellos. Ninguno  ha sabido darle ese tono entre desvalido y canalla que tiene aquí, en la serie de Netflix . Ya sé que decir serie de Netflix tiene anatema para muchos, pero hay que sacudirse los esquemas y dejarse de tonterías. Esta serie hay que verla porque, de lo c

Un aire del pasado

  (Foto: Manuel Amaya. San Fernando. Cádiz) Éramos un ejército sin pretensiones de batalla. Ese verano, el último de un tiempo que nos había hechizado, tuvimos que explorar todas las tempestades, cruzar todas las puertas, airear las ventanas. Mirábamos al futuro y cada uno guardaba dentro de sí el nombre de su esperanza. Teníamos la ambición de vivir, que no era poco. Y algunos, pensábamos cruzar la frontera del mar, dejar atrás los esteros y las noches en la Plaza del Rey, pasear por otros entornos y levantarnos sin dar explicaciones. Fuimos un grupo durante aquellos meses y convertimos en fotografía nuestros paisajes. Los vestidos, el pelo largo y liso, la blusa, con adornos amarillos, el azul, todo azul, de aquel nuestro horizonte. Teníamos la esperanza y no pensamos nunca que fuera a perderse en cualquier recodo de aquel porvenir. Esa es la sonrisa del adiós y la mirada de quien sabe que ya nunca nada se escribirá con las mismas palabras.  Aquel verano fue el último antes de separa

Rocío

  Tiene la belleza veneciana de las mujeres de Eugene de Blaas y el aire cosmopolita de una chica de barrio. Cuando recorríamos las aulas de la universidad había siempre una chispa a punto de saltar que nos obligaba a reír y, a veces, también a llorar. Penas y alegrías suelen darse la mano en la juventud y las dos conocíamos su eco, su sabor, su sonido. Visitábamos las galerías de arte cuando había inauguración y canapés y conocíamos a los pintores por su estilo, como expertas en libros del laboratorio y como visitantes asiduas de una Roma desconocida. En esos años, todos los días parecían primavera y ella jugaba con el viento como una odalisca, como si no hubiera nada más que los juegos del amor que a las dos nos estaban cercando. La historia tenía significados que nadie más que nosotras conocía y también la poesía y la música. El flamenco era su santo y seña y fue el punto culminante de nuestro encuentro. Ella lo traía de familia y yo de vocación. Y ese aire no nos abandona desde ent

“Anna Karénina“ de Lev N. Tolstói

Leí esta novela hace muchos años y no he vuelto a releerla completa. Solo fragmentos de vez en cuando, pasajes que me despiertan interés. Sin embargo, no he olvidado sus personajes, su trama, sus momentos cumbre, su trasfondo, su contexto, su sentido. Su espíritu. Es una obra que deja poso. Es una novela que no pasa nunca desapercibida y tiene como protagonista a una mujer poderosa y, a la vez, tan débil y desgraciada que te despierta sentimientos encontrados. Como le sucede a las otras dos grandes novelas del novecientos, Ana Ozores de La Regenta y Emma Bovary de Madame Bovary, no se trata de personas a las que haya que imitar ni admirar, porque más que otra cosa tienen grandes defectos, porque sus conductas no son nada ejemplares y porque parecen haber sido trazadas por sus mejores enemigos. Eso puede llamarse realismo. Con cierta dosis de exageración a pesar de que no se incida en este punto cuando se habla de ellos. Los hombres que las escribieron, Tolstói, Clarín y Flaubert, no da

La paz es un cuadro de Sorolla

  (Foto: Museo Sorolla) La paz es un patio con macetas con una silla baja para poder leer. Y algunos rayos de sol que entren sin molestar y el susurro genuino del agua en una alberca o en un grifo. Y mucho verde y muchas flores rojas, rosas, blancas y lilas. Y tiestos de barro y tiestos de cerámica. Colores. Un cuadro de Sorolla. La paz es un cuadro de Sorolla.  Dos veces tuve un patio, dos veces lo perdí. Del primero apenas si me acuerdo, solo de aquellos arriates y ese sol que lo cruzaba inclemente y a veces el rugido del levante y una pared blanca donde se reflejaban las voces de los niños y una escalera que te llevaba al mejor escondite: la azotea, que refulgía y empujaba las nubes no se sabía adónde. Un rincón mágico era ese patio, cuya memoria olvidé, cuya fotografía no existe, cuya realidad es a veces dudosa.  Del segundo jardín guardo memoria gráfica y memoria escrita porque lo rememoro de vez en cuando, queriendo que vuelva a existir, queriendo que las plantas revivan y que la