Ir al contenido principal

Potter, Harry Potter


Un adulto que vio en el cine una de las películas de Harry Potter me dijo que había quedado impresionado por el mundo paralelo, el mundo mágico, que ha construido la autora de la historia. El adulto fue al cine poco convencido, animado por su hijo, a quien el cine le resulta irremediablemente atrayente.
Otro adulto me dijo un día que no entendía por qué había tantos niños y jóvenes que se bebían literalmente estos libros y que todo debería deberse a la publicidad que tienen. Esta persona no encontraba nada positivo en los libros ni en su contenido.
Así que nos encontramos con la misteriosa sucesión de hechos por los cuales una obra literaria, en este caso una serie de siete libros, se convierten, no sabemos cómo, en un fenómeno editorial por un lado y, sobre todo, en un imán para muchísimos niños y jóvenes que, quizá, antes no leyeron otra cosa.
¿Pasa con estos chavales lo mismo que ocurre a veces con los adultos? Os explico. Cuando un libro se pone de moda (y esto ocurre bastantes veces si hay una buena campaña publicitaria o un premio literario que lo ampare) todo el mundo afirma haberlo leído. Hay libros que se convierten en los "más vendidos". ¿Quiere esto decir que son también los más leídos? Esta es una duda a la que cada cual pondrá respuesta. El hecho de que un libro se venda mucho ¿tiene que ver con que mucha gente lo lee o que resulta fácil adquirirlo porque está "por todas partes" y se nos viene inmediatamente a la cabeza?
Hay otros hechos en relación con el mundo editorial sobre los que merece la pena pararse. Por ejemplo, cuando un libro "pequeño" (ya sabéis, sin demasiadas pretensiones, con una edición sencilla, sin mucho despliegue mediático) se convierte en un libro que todo el mundo comenta, del que todos hablan. Ocurrió hace poco con "El niño con el pijama de rayas". Fue el boca a boca, los comentarios entre amigos y familiares, los blogs de Internet, los que corrieron la voz de que se trataba de un libro que había que leer, que se leía de un tirón, que era apasionante, misterioso, terrible...
A la autora de Harry Potter le costó mucho trabajo que su primer libro se publicara. Pero después de esa publicación le costó aún más quitarse de encima a los moscones que pretendían atraerla para sus propias editoriales. En España, la editorial que adquirió los derechos del libro, cuando todavía no se habían convertido en un éxito rotundo, hizo el negocio de su vida.
Volviendo a los dos adultos de los que hablaba al principio. El primero ha atisbado algo de lo que los lectores encuentran en Harry Potter y que tanto les atrae: ese mundo paralelo, tan perfectamente descrito, en el que las cosas encajan y tienen su sentido (lleno de sinsentidos, desde luego), como si se tratara de un libro histórico que narra otra época, otro ambiente, otro universo. El segundo ha pensado que si el libro tiene éxito ya hay un motivo para la desconfianza y él mismo desconfía de lo que se conoce como "literatura juvenil", sumando su prevención contra los best-sellers (como si todos tuvieran que estar mal escritos y nos olvidáramos de que algunos best-sellers son El Quijote o las obras de Shakespeare) y su poco aprecio por la literatura hecha para jóvenes (al fin y al cabo, a su juicio, gente de poco ídem, poco seria).
Pero Harry Potter está ahí. He visto a niños que han esperado ansiosamente que saliera un nuevo libro, incluso que han leído antes la edición en inglés porque no podían esperar; niños que se han aislado en cualquier lugar de su casa, lejos de los mayores, porque querían estar solos con su lectura, sin nadie que les interrumpiera. Harry Potter está ahí y no podemos negar la evidencia.
Hasta ahora mismo, Harry Potter está en la puerta de los Institutos y de las escuelas, pues no ha traspasado todavía su umbral. Y quiere entrar, quiere estar en las bibliotecas escolares, junto a otros personajes que, antes que él, también formaron parte de la maravillosa imaginación de sus autores. Harry Potter, Narnia, Los cinco, Guillermo el travieso, Alicia, Pinocho, Huckleberry Finn, Tom Sawyer, en las estanterías circulares, abiertas, blancas, de las bibliotecas, con el Lazarillo, con el Cid que cabalga, con los tertulianos de La Colmena, con los pícaros, con El Caballero de Olmedo, con Julieta...
¿Por qué no?.............................

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Juegos De Poniente
Los cómics y libros basados en películas son una excelente opción para despertar el interés de los pequeños por la lectura. Estas adaptaciones les permiten sumergirse en las historias que ya conocen, fomentando su imaginación y amor por los libros desde una edad temprana.

Entradas populares de este blog

“El dilema de Neo“ de David Cerdá

  Mi padre nos enseñó la importancia de cumplir los compromisos adquiridos y mi madre a echar siempre una mirada irónica, humorística, a las circunstancias de la vida. Eran muy distintos. Sin embargo, supieron crear intuitivamente un universo cohesionado a la hora de educar a sus muchísimos hijos. Si alguno de nosotros no maneja bien esas enseñanzas no es culpa de ellos sino de la imperfección natural de los seres humanos. En ese universo había palabras fetiche. Una era la libertad, otra la bondad, otra la responsabilidad, otra la compasión, otra el honor. Lo he recordado leyendo El dilema de Neo.  A mí me gusta el arranque de este libro. Digamos, su leit motiv. Su preocupación porque seamos personas libres con todo lo que esa libertad conlleva. Buen juicio, una dosis de esperanza nada desdeñable, capacidad para construir nuestras vidas y una sana comunicación con el prójimo. Creo que la palabra “prójimo“ está antigua, devaluada, no se lleva. Pero es lo exacto, me parece. Y es importan

Ripley

  La excepcional Patricia Highsmith firmó dos novelas míticas para la historia del cine, El talento de Mr. Ripley y El juego de Ripley. No podía imaginar, o sí porque era persona intuitiva, que darían tanto juego en la pantalla. Porque creó un personaje de diez y una trama que sustenta cualquier estructura. De modo que, prestos a ello, los directores de cine le han sacado provecho. Hasta cuatro versiones hay para el cine y una serie, que es de la que hablo aquí, para poner delante de nuestros ojos a un personaje poliédrico, ambiguo, extraño y, a la vez, extraordinariamente atractivo. Tom Ripley .  Andrew Scott es el último Ripley y no tiene nada que envidiarle a los anteriores, muy al contrario, está por encima de todos ellos. Ninguno  ha sabido darle ese tono entre desvalido y canalla que tiene aquí, en la serie de Netflix . Ya sé que decir serie de Netflix tiene anatema para muchos, pero hay que sacudirse los esquemas y dejarse de tonterías. Esta serie hay que verla porque, de lo c

Un aire del pasado

  (Foto: Manuel Amaya. San Fernando. Cádiz) Éramos un ejército sin pretensiones de batalla. Ese verano, el último de un tiempo que nos había hechizado, tuvimos que explorar todas las tempestades, cruzar todas las puertas, airear las ventanas. Mirábamos al futuro y cada uno guardaba dentro de sí el nombre de su esperanza. Teníamos la ambición de vivir, que no era poco. Y algunos, pensábamos cruzar la frontera del mar, dejar atrás los esteros y las noches en la Plaza del Rey, pasear por otros entornos y levantarnos sin dar explicaciones. Fuimos un grupo durante aquellos meses y convertimos en fotografía nuestros paisajes. Los vestidos, el pelo largo y liso, la blusa, con adornos amarillos, el azul, todo azul, de aquel nuestro horizonte. Teníamos la esperanza y no pensamos nunca que fuera a perderse en cualquier recodo de aquel porvenir. Esa es la sonrisa del adiós y la mirada de quien sabe que ya nunca nada se escribirá con las mismas palabras.  Aquel verano fue el último antes de separa

Rocío

  Tiene la belleza veneciana de las mujeres de Eugene de Blaas y el aire cosmopolita de una chica de barrio. Cuando recorríamos las aulas de la universidad había siempre una chispa a punto de saltar que nos obligaba a reír y, a veces, también a llorar. Penas y alegrías suelen darse la mano en la juventud y las dos conocíamos su eco, su sabor, su sonido. Visitábamos las galerías de arte cuando había inauguración y canapés y conocíamos a los pintores por su estilo, como expertas en libros del laboratorio y como visitantes asiduas de una Roma desconocida. En esos años, todos los días parecían primavera y ella jugaba con el viento como una odalisca, como si no hubiera nada más que los juegos del amor que a las dos nos estaban cercando. La historia tenía significados que nadie más que nosotras conocía y también la poesía y la música. El flamenco era su santo y seña y fue el punto culminante de nuestro encuentro. Ella lo traía de familia y yo de vocación. Y ese aire no nos abandona desde ent

“Anna Karénina“ de Lev N. Tolstói

Leí esta novela hace muchos años y no he vuelto a releerla completa. Solo fragmentos de vez en cuando, pasajes que me despiertan interés. Sin embargo, no he olvidado sus personajes, su trama, sus momentos cumbre, su trasfondo, su contexto, su sentido. Su espíritu. Es una obra que deja poso. Es una novela que no pasa nunca desapercibida y tiene como protagonista a una mujer poderosa y, a la vez, tan débil y desgraciada que te despierta sentimientos encontrados. Como le sucede a las otras dos grandes novelas del novecientos, Ana Ozores de La Regenta y Emma Bovary de Madame Bovary, no se trata de personas a las que haya que imitar ni admirar, porque más que otra cosa tienen grandes defectos, porque sus conductas no son nada ejemplares y porque parecen haber sido trazadas por sus mejores enemigos. Eso puede llamarse realismo. Con cierta dosis de exageración a pesar de que no se incida en este punto cuando se habla de ellos. Los hombres que las escribieron, Tolstói, Clarín y Flaubert, no da

La construcción del relato en la ruptura amorosa

Aunque  pasar por un proceso de ruptura amorosa es algo que ocurre a la inmensa mayoría de las personas a lo largo de su vida no hay un manual de actuación y lo que suele hacerse es más por intuición, por necesidad o por simple desesperación. De la forma en que se encare una ruptura dependerá en gran medida la manera en que la persona afectada continúe afrontando el reto de la existencia. Y en muchas ocasiones un mal afrontamiento determinará secuelas que pueden perdurar más allá de lo necesario y de lo deseable.  Esto es particularmente cierto en el caso de los jóvenes pero no son ellos los únicos que ante una situación parecida se encuentran perdidos, con ese aire de expectación desconcentrada, como si en un combate de boxeo a uno de los púgiles le hubieran dado un golpe certero que a punto ha estado de mandarlo al K.O. Incluso cuando las relaciones vienen presididas por la confrontación, cuando se adivina desde tiempo atrás que algo no encaja, la sorpresa del que se ve aban

La paz es un cuadro de Sorolla

  (Foto: Museo Sorolla) La paz es un patio con macetas con una silla baja para poder leer. Y algunos rayos de sol que entren sin molestar y el susurro genuino del agua en una alberca o en un grifo. Y mucho verde y muchas flores rojas, rosas, blancas y lilas. Y tiestos de barro y tiestos de cerámica. Colores. Un cuadro de Sorolla. La paz es un cuadro de Sorolla.  Dos veces tuve un patio, dos veces lo perdí. Del primero apenas si me acuerdo, solo de aquellos arriates y ese sol que lo cruzaba inclemente y a veces el rugido del levante y una pared blanca donde se reflejaban las voces de los niños y una escalera que te llevaba al mejor escondite: la azotea, que refulgía y empujaba las nubes no se sabía adónde. Un rincón mágico era ese patio, cuya memoria olvidé, cuya fotografía no existe, cuya realidad es a veces dudosa.  Del segundo jardín guardo memoria gráfica y memoria escrita porque lo rememoro de vez en cuando, queriendo que vuelva a existir, queriendo que las plantas revivan y que la