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Mostrando entradas de noviembre, 2009

Todo Marlowe

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Si eres amante de la novela negra y has soñado en el cine viendo a Bogart, no te pierdas este libro recopilatorio de todos los títulos que escribió Raymond Chandler teniendo como protagonista a Philip Marlowe. El sueño eterno, Adiós muñeca, La ventana alta, La dama del lago, La hermana pequeña, El largo adiós, El confidente, El lápiz y Playback aparecen en una edición de RBA con el título general "Todo Marlowe" para deleite de todos aquellos que son incondicionales del género y del autor, o, por qué no, del personaje. El Hollywood y Los Ángeles de los años treinta son el telón de fondo de estas obras, con su legión de millonarios, diletantes, chicas rubias, chicas morenas, descapotables, berlinas, hombres de negocios, bandidos, mafiosos y gente de cabaret. Es verdad que la imagen de la sociedad que ofrecen es turbia y poco afectuosa. Pero también lo es que el género negro, tanto en el cine como en la novela, proporciona un pasmoso entretenimiento. El que s

Pasito a pasito...

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(Sin título. Ignacio Tovar) Conozco a un muchacho que comenzó leyendo (sin saber leer) los libros de pastas duras que incluían enormes dibujos con los nombres de las cosas: sillas, mesas, zapatos, casas... Después, vinieron los libros de cuentos. Luego, los de Teo. Más tarde, los Mortadelos (todos los Mortadelos, risas, ironía a partes iguales). A continuación, Astérix y Tintín. A partir de ahí, casi todo. Como esa canción que cantaban mis preescolares del colegio de la Compañía de María: "Pasito a pasito pasazo a pasazo como un enanito como un gigantazo..." Así, paso a paso, se hace uno lector. No de un día para otro (aunque quizá un día se produzca el milagro del encuentro). Es tarea lenta, prodigiosa, diaria. Tiene mucho que ver con observar a los papás leyendo y también con que en el aula haya libros. Libros encima de las mesas y en las estanterías. El profesor levantando un libro y leyendo algunos renglones. Si no olvidáramos nunca lo que signifi

Un misterio cotidiano

Muchas veces nos preguntamos cómo podemos lograr que los niños se conviertan en lectores. Supongo que, al final, todo consiste en que haya un momento en su vida en el que encuentren un libro, unos libros, que les atrapen para siempre. Existen algunas personas que menosprecian ciertas lecturas: consideran que son demasiado simples, inferiores, carentes de enjundia literaria y sospechan que, a través de ellas, lo más que se puede llegar a leer son unos cuántos best-sellers. Mi experiencia contradice estas afirmaciones. Cuando tenía doce años, más o menos, mi vecina Pepita puso en la puerta de su casa, enfrente de la mía, una caja de libros. Estaba haciendo limpieza en un desván y los libros le estorbaban. Como sabía que a mí me gustaba leer (y que leía todo el rato en lugar de ayudar en la casa, hacer labores, etc.) me avisó y, enmedio de la calle, me recuerdo sentada rebuscando entre los libros. Creo que me los quedé casi todos y así comencé mi propia biblioteca, algo que todo

Francisco Ayala no cumplirá 104 años

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Hablábamos esta mañana de los achaques y de la edad. A la vuelta del Instituto me he encontrado con la noticia de la muerte de Francisco Ayala, uno de los escasos intelectuales que aún quedaban en España. Ayala nos daba alegría, porque era un hombre muy vital que hacía fácil la vejez. Se casó con Carolyn Richmond nada menos que a los 93 años y estaba dispuesto a llegar a los 104 si no hubiera sido por una inoportuna y pertinaz bronquitis. Hacía bueno el dicho de que el hombre que conserva el gusto por la vida logra detener el final. Aquí os añado el eco de su muerte en distintos periódicos digitales: El Mundo, El País, ABC, La Vanguardia. También su biografía, sacada de ESCRITORES.ORG y, por último, un blog en el que se recoge su desaparición. Merece la pena detenerse en su obra y pensar en la extraordinaria capacidad que le dio vida plena hasta tan tarde. http://www.abc.es/20091103/cultura-literatura/muere-francisco-ayala-200911031356.html http://www.papelenblanco.com/escrit